Cuando supimos que para ir al Museo Ghibli había que comprar
las entradas 1 mes antes, (las entradas del mes de octubre estuvieron a la
venta el día 3 de septiembre a partir de las 10 de la mañana hora Japón, o sea
10 de la noche del día anterior en Argentina) y luego de intentarlo y comprobar lo difícil que era poder acceder, ya
que una y otra vez la página web del museo nos rebotaba aún cuando estábamos en
etapas avanzadas de la compra, creímos que poder ir era una misión imposible.
Sin embargo, gracias a haber insistido varias veces y tras
40 minutos de intentos fallidos, con sorpresa vimos que el importe de la
tarjeta de crédito se había acreditado y las entradas habían sido enviadas a mi
correo electrónico. No se imaginan la emoción y alegría que sentimos. Aún más al darnos cuenta que las mismas se
habían agotado en menos de 24 horas de salir a la venta.
Nuestro sueño de conocer el Museo del estudio Ghibli,
estudio de animación fundado por Isao Takahata y por Hayao Miyazaki, animador
japonés más importante y aún vigente a pesar de su edad (actualmente tiene 77
años) y director de famosas películas como "Mi vecino Totoro", "El
viaje de Chijiro", "Ponyo", o "El viento se levanta",
ganadora de los premios Oscar en el año 2013, como lo fue "El viaje de
Chijiro" en el año 2002, se iba a hacer realidad.
Para llegar a la estación de Mitaka, tuvimos que hacer
combinación de trenes de la línea Yamanote y tren de la Chuo Line y luego para llegar al Museo desde la
estación de Mitaka, nos tomamos a 1 cuadra el bus del Museo, amarillo y con
dibujos de Totoro en su exterior, que nos alcanzó hasta el extremo del Parque
Inokashira donde se encuentra emplazado el mismo.
Ya desde ese momento uno sentía la emoción de estar viviendo
una experiencia única, además de poder ver por la ventana el barrio muy
encantador donde se encuentra, con muchos árboles y bosques equivalentes al
Central Park de Nueva York o en menor escala a los lagos de Palermo en Buenos
Aires.
Respecto del Museo, no puedo mostrarles fotos por dentro
salvo de las zonas al aire libre, ya que en el interior del mismo estaba
prohibido sacar fotos o filmar.
Sí les puedo decir que pese a todos los transportes que
tomamos, valió definitivamente la pena y haber ido será una de las experiencias
que con más emoción y cariño recordaremos.
Al llegar al mismo, y mientras hacíamos la larga cola que
por suerte avanzaba bastante rápido, quedamos encantados por sus jardines y su
edificación tipo castillo de colores vibrantes; y ya en la puerta, entregando
el comprobante de pago on line impreso, recibimos las entradas increíbles que
consisten en unas tiras de diapositivas que se entregan azarosamente con
escenas de películas de Ghibli. Ya con eso, arrancábamos muy bien!!
El Museo en sí mismo, por su arquitectura, sus vitreux,
sus habitaciones en las que se exponían el mobiliario y elementos de trabajo
que utilizaba Miyazaki, así como sus espacios de tienda de regalos y librería, entre
otros rincones, vale la pena conocer.
Además de las habitaciones que recreaban los ambientes de
trabajo del director, en las cuales podías aprender la dinámica de la
animación, haciendo pasar con una manivela, los dibujos en etapas, logrando así
el movimiento de sus personajes y objetos en escena o ver bocetos de dibujos hechos a mano, el museo
contaba con otros espacios de exposición permanente, uno de ellos el que nos resultó
más emocionante: un salón donde podías ver las distintas etapas de la animación
y observar cómo maquetas que en reposo tenían sus personajes en determinada
posición, al dar vuelta y tomar velocidad como un carrousel, parecían cobrar
vida y adquirían movimiento en 3D. Ésto fue lo que más nos impresionó!!
Las habitaciones de la casa eran interesantes por su
ambientación, ya que fue el mismo Miyazaki quien diseñó el museo que parecía
sacado de una de sus películas ambientadas en Europa. Sin embargo, ese salón de
máquinas cinematográficas nos conectaba con el mundo mágico de la animación que
logra "engañar nuestro sentido de la vista" y hacer que veamos el
movimiento donde en realidad no lo hay.
Espero estar pudiendo transmitirles
bien de qué se trata porque ahora que lo recuerdo se me pone la piel de gallina
y vuelvo a sentir el deseo que estar ahí, sin querer irme como aquella vez que
pasé varios minutos, quizás media hora, como una niña casi con lágrimas de la
emoción, viendo aquella escena una y otra vez.
También conocimos la famosa reproducción del nekobus de peluche
enorme, que lamentablemente sólo los
niños pueden meterse dentro de él y trepar hacia su techo y tirarse
desde arriba como si fuera un tobogán, todo al cuidado de los que trabajan en
el lugar.
Les confieso que moríamos de ganas, nosotros también, de
quitarnos los zapatos y a la par de nuestra hija, sumergirnos al mundo de
Totoro.
Lamento no tener fotos de ese momento que con tanto
entusiasmo disfrutó Olivia y que pudo repetir por segunda vez consecutiva.
Además el Museo cuenta con exposiciones temporarias y esa
vez tuvimos la suerte de conocer la exposición de las comidas de las películas
de Ghibli. Los que habrán visto muchas de ellas, habrán notado el protagonismo
que la comida tiene en sus películas. Viene a mi mente los bentos que les preparaba Satsuki a su padre y a su
hermana Mei, antes de irse al colegio por la mañana bien temprano en la
película "My neightbor Totoro". Otras comidas se nos habían pasado
totalmente inadvertidas y la exposición nos recordó varias escenas donde
distintos platos eran los protagonistas. Nos gustó mucho! La exposición contaba
con una cocina en tamaño real, con réplicas de comidas o utensilios de
distintos materiales como goma que podías tocar y otras que se encontraban
detrás de una vitrina; además de dibujos, bocetos o filmaciones por pantalla.
El Museo cuenta además con un cine que se llama Saturno con
capacidad para 80 personas en donde cada mes se proyecta un cortometraje
distinto. Con la entrada al museo tuvimos acceso, por única vez, al corto
llamado " Koro no dai-sanpo", realizado en el año 2002, que dura 14
minutos y narra la historia de un cachorro llamado Koro, cuya dueña es una niña
de un pequeño pueblo. En un descuido un día se deja la puerta abierta y Koro se
escapa. Desde ese momento, la chiquita comienza a buscarlo con la ayuda de los
vecinos mientras Koro vive diversas aventuras en su camino.
Digo por única vez porque al ingresar a la sala del cine, te
marcan la entrada como comprobante de que ya la has visto y ya no podrás volver
a ingresar a verla otra vez. Así que hay que aprovechar y estar con los 5
sentidos atentos a un cortometraje que sólo podrás ver dentro del Museo, ya
que no se proyecta en ningún otro lado, y posiblemente por única vez en tu
vida.
Entre una experiencia y otra, nos tomamos un break en el
café y restaurant del Museo a comernos unos panchos y helado muy ricos. De
ahí nos trajimos las servilletas, un vaso de plástico en donde figura el logo
del café -un sombrero de paja, en honor a su nombre-, las etiquetas de las
bebidas que tomamos, pensando ya en que serán parte de nuestro journal del
viaje que haremos con las agendas de Traveler´s Factory.
También visitamos la tienda "Mamma Aiuto" de donde
nos trajimos un par de pines, el peluche del perro protagonista del
cortometraje que vimos y un set de acuarelas japonesas de la marca "Holbein" cuya paleta de colores
recomienda el propio Hayao Miyazaki quien las utiliza en todas sus películas
para dibujar y colorear sus historias.
En las tiendas "Donguri No Kyowakoku" que son las
tiendas oficiales de Ghibli, distribuidas por todo Japón, hemos visto muchos
más productos de merchandising de las películas de Ghibli, de las que nos hemos
traído varias cosas, desde peluches, títeres de dedos, y demás pero igualmente
les recomiendo visitar la tienda de regalos del Museo porque allí encontrarán
artículos que sólo ahí podrán comprar, como las acuarelas de las que les hablaba
o productos vinculados a los cortometrajes que se proyectan sólo ahí.
Tampoco nos faltó visitar la librería de la que nos trajimos
varias postales y libros ilustrados de algunos de los cortos de animación.
Después de hacer una segunda recorrida por los jardines de
los alrededores del museo, incluyendo la visita a la terraza que se accede por
una escalera de caracol de hierro, y sacarnos la clásica foto junto a la
estatua del robot de la película "El Castillo en el Cielo",
emprendimos la retirada con la emoción, satisfacción y agradecimiento de haber
podido estar ahí y con la "tristeza" de despedirnos de un lugar al
que uno no sabe si tendrá la oportunidad de volver, fundamentalmente por lo
difícil de conseguir entradas.
De vuelta a la estación de Mitaka y camino a una librería de
diseño muy linda que se llama "Yamada Stationery", próxima a la
estación de Mitaka, de la que me traje unos sellos divertidos de personas que
sostienen las estampillas en distintas situaciones como yendo en una moto,
pintando un cuadro, entre otros, como pueden ver en las fotos, pudimos conocer
caminando por sus calles un barrio nuevo que desconocíamos y que por sus
bosques y espacios verdes, sus veredas
corriendo a lo largo del río, además de sus carteles alusivos a Totoro, nos remitió
a la atmósfera de las películas de Miyazaki y al mundo fantástico al que
acabamos de asistir y que poco a poco dejábamos atrás.
De más está decir, si llegaste hasta acá en tu lectura y no
te aburriste de leerme, que si admirás a Hayao Miyazaki y has visto sus
películas, visitar su museo será una experiencia que jamás olvidarás.
Ya de vuelta, nos
queda la satisfacción de poder seguir disfrutando con cada película que
valoraremos ahora mucho más y tenemos la esperanza de que Hayao Miyazaki
postergue, lo más posible, su retiro anunciado en el año 2013, en el ámbito de
los premios Oscar por su última película "El viento se levanta", así
poder seguir sumergidos en su mágico mundo.
Aparentemente
volvió de su retiro para continuar trabajando en Kemushi no Boro (Boro la
oruga), un corto que estaba pensado para proyectarse en el Museo Ghibli. El
museo anunció que lo proyectará el 21 de marzo de este año, siendo su primera obra
estrenada desde su última película "El Viento se levanta".
Ahora mismo, el
director se encuentra abocado en la elaboración del filme Kimitachi wa Dou
Ikiru ka?, que espera completar en el año 2020.
Por ahora puedo
decir que por lo visto y por el bien de todos, tendremos Miyazaki para rato!!
Arigato,
Lucía Gelly Cantilo
Todas las fotos son de mi autoría
y propiedad.
Autobus que nos trasladó al Museo desde la estación de Mitaka |
Cartel en una de las entradas al Museo |
Haciendo cola para entrar |
Parte exterior del Museo |
Vitreaux de la puerta de entrada al Museo |
Estatua del Robot de la película "El castillo en el cielo" |
Jardines de la terraza del Museo a la que se accede por escalera |
Susuwatari (Conejos de Polvo) de Totoro |
Zonas estilo campo, en los alrededores del Museo |
Bomba de agua que funcionaba |
Adorno sobre el piso cercano la bomba de agua |
Cafe del Museo (The Straw Hat Cafe) |
El menú del Restaurant del Museo |
Restaurant del Museo |
Bebidas que tomamos (Cerveza y agua mineral) |
Baño con estilo campestre y antiguo del museo, divino!! |
Banco con forma de pez, a la salida del salón del Nekobus, próximo a la escalera caracol que conduce a la terraza |
Bebedero, a la salida del salón del Nekobus, próximo a la escalera caracol que conduce a la terraza |
Cartel que anuncia el cortometraje de Koro y la expoción temporaria de las Comidas de Ghibli |
Cola de gente para fotografiarse con Totoro |
Logramos finalmente la foto con Oli |
Ya de vuelta a la estación, yendo a la librería Yamada Stationery |
Carteles de señalización del Museo, alusivos a Totoro |
Más carteles divinos en el camino! |
Entrada a la Yamada Stationery |
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